La Virgen María ¿quién es?
La escogida de Dios desde la eternidad para ser la Madre de su Hijo, en
ella el Padre encuentra la morada donde su Hijo y el Espíritu Santo pueden
habitar entre los hombres.
María es la obra maestra de Dios, en ella se manifiestan sus maravillas.
El Espíritu Santo preparó a la Virgen María con su gracia: fue concebida
sin pecado, porque así convenía para que en ella residiera la Plenitud de la
Divinidad, fue hecha la llena de gracia.
En María, el Espíritu Santo realiza el designio del Padre haciendo
fecunda su virginidad y la Virgen concibe y da a luz al Hijo. “María estaba
prometida con José, y antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por
la acción del Espíritu Santo” (Mt...1.18).
Ella, llena del Espíritu Santo, acoge a Jesús en la humildad de su
carne, dándolo a conocer a los hombres. Por medio de María, el Espíritu
comienza a poner en Comunión con Cristo a los hombres.
Su maternidad la transformó en templo o sagrario del Señor en la tierra;
ella permanece siempre llena del Espíritu Santo, y cumple el plan de Dios en la
Redención. Del Espíritu que habita en ella brota un manantial de gracias y
dones que santifican a los hombres.
Ella es Anunciada por Dios por
medio del Arcángel Gabriel de este suceso:
“Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo.” María se turbó y se
preguntó que podría significar tal saludo. El ángel le dijo: “No temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás un hijo al que pondrás
por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo. Dios, el Señor,
le dará el trono de David, reinar ‘en la casa de Jacob eternamente y su reino
no tendrá fin” (Lc. 1. 28).
María da su sí preguntando: “¿Cómo será esto, pues no tengo
relaciones con ningún hombre?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso
el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu
parienta Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis
meses la que tenían por estéril, porque para Dios no hay imposibles. María
contestó: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc1,
34-38).
María va de prisa a socorrer a su prima Isabel ya anciana que esperaba
un hijo, ella entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel
oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del
Espíritu Santo, exclamó a grandes voces ¡”Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre”! Pero ¿cómo es posible que la Madre de mi Señor
venga a visitarme?”(Lc 1, 40-43).
Y dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi
Salvador,
porque ha mirado la humildad de su sierva
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso.
Su nombre es santo y su misericordia es eterna
para aquellos que le honran.
Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio.
Derribo de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió sin nada.
Tomó de la mano a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros antepasados en favor de
La bienaventurada Virgen María, por el hecho de ser Madre de Dios, tiene
una especie de dignidad infinita a causa del bien infinito que es Dios. Y en
esa linea no puede imaginarse una dignidad mayor, como no puede imaginarse cosa
mayor que Dios. (S Tomás ST)
Como el océano recibe todas las aguas, así María recibe todas las
gracias. Como todos los ríos se precipitan en el mar, así las gracias que
tuvieron los ángeles, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires,
los confesores y las vírgenes se reunieron en María. (San Buenaventura).
María y José su esposo van a empadronarse a la ciudad de Belén “y
sucedió que estando allí se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su
hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo reclino en un pesebre, porque no
había lugar para ellos en la posada” (Lc 2, 6-7).
¡Qué asombro! Naciendo en Belén el Hijo eterno de Dios entró en la
historia de cada persona que vive sobre la faz de la tierra.
Ya está presente en el mundo como único salvador de la humanidad. Por
esto nosotros le pedimos: Salvator mundi, salva nos!....
Y tú, María, Virgen de la espera y del cumplimiento, que conservas el
secreto de la Navidad, haznos capaces de reconocer al Niño, que estrechas en
tus brazos, al Salvador anunciado, que trae a todos la esperanza y la
paz... (SS Juan Pablo II Navidad dic 2003)
Cumplidos los días de su purificación María y José llevan al Niño al
templo para presentarlo ...”Todo primogénito será consagrado al Señor” San
Lucas relata que Simeón, hombre justo y piadoso se encontraba en el templo y el
Espíritu Santo estaba en él, Quién le había revelado que no moriría antes de
ver al Cristo el Señor...lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:
“ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo se vaya en paz según tu palabra, porque
mis ojos han visto tu salvación, la que ha preparado ante la faz de todos los
pueblos, luz para revelación de los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.
Su padre y su madre estaban admirados por las cosas que decían de él.
Simeón los bendijo y dijo a María su madre: “Mira este ha sido destinado para
ser caída y resurrección de muchos en Israel, y como signo de contradicción- y
a ti misma una espada te atravesará el alma- para que se descubran los
pensamientos de muchos corazones”....(Lc 2, 22-35).
No se puede menos de pensar en el Espíritu Santo como inspirador de esta
profecía de la Pasión de Cristo como camino mediante el cual Él realizará la
salvación. Es especialmente elocuente el hecho de que Simeón hable de los
futuros sufrimientos de Cristo dirigiendo su pensamiento al corazón de la
Madre, asociada a su Hijo para sufrir las contradicciones de Israel y del mundo
entero. Simeón no llama por su nombre el sacrificio de la Cruz, pero traslada la
profecía al corazón de María, que será “atravesado por una espada”,
compartiendo los sufrimientos de su Hijo.
(SS Juan Pablo II Aud. Gen. 20 junio 1990).
María y José iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la
Pascua. Y cuando tuvo doce años, subieron
a la fiesta como era costumbre. Pasado aquellos días, al regresar, el niño
Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo advirtieran. Pensando que iba
en la caravana, anduvieron una jornada buscándole entre sus parientes y
conocidos; pero al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.
Al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de
los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían
estaban asombrados de su sabiduría y de sus respuestas.
Al verlo se maravillaron y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué nos has
hecho esto? Mira cómo tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando”.
Y él les dijo: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de
las cosas de mi Padre?”. Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
(Lc 2, 41-50).
Este suceso marca un hito en la vida de María, pues el niño que hasta
ahora ha llevado una vida de obediencia y unida a la de ella, se queda
voluntariamente en Jerusalén y les hace ver que comienza a ocuparse de las
cosas de su Padre Dios. Con esto Jesús no desconoce ni desprecia la maternidad
de María ni la paternidad adoptiva de José, sólo les recuerda quién es su
verdadero Padre y la importancia que tiene ante todo cumplir su voluntad.
...se celebró una boda en Cana de Galilea, y estaba allí la madre de
Jesús. Fueron invitados también a la boda Jesús y sus discípulos. Y faltando el
vino, la madre de Jesús le dice: “No tienen vino”. Jesús le responde: “¿Que
nos va a ti y a mí, mujer? Mi hora aún no ha llegado”. La madre dice a los
sirvientes: “haced lo que él os diga”.
Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos,
con una capacidad de dos o tres metretas cada una. Jesús les dice: “Llenad de
agua las tinajas”, Y las llenaron hasta el borde. Les dice entonces: “Sacad
ahora y llevad al maestresala”. Así lo hicieron. En cuanto el maestresala probó
el agua convertida en vino – no sabía de donde era, aunque sí lo sabían los
sirvientes que habían sacado el agua- , llamó al esposo y le dijo: “Todos
sirven primero el vino bueno, y cuando han bebido bastante, sacan el de peor
calidad. Tú has guardado el vino bueno hasta ahora”. Así, en Caná de Galilea
hiso Jesús el primero de los signos con
el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. (Jn 2,
1-11)
En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios.
Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había
contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder
de Jesús aún sin revelar, provoca su “primer signo”, la prodigiosa
transformación del agua en vino. (SS Juan Pablo II Aud.gen. 26 II 1997).
Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su
madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Viendo Jesús a su madre y junto a
ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu
Hijo”. Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre “. Y desde aquella hora
el discípulo la tomó consigo. (Jn 19, 26-27).
¡”Oh cruz, única esperanza!”. Así canta la liturgia. Narra el
evangelista: junto a la cruz estaba María. Su dolor forma un todo con el de su
Hijo. Es un dolor lleno de fe y de amor. La Virgen en el calvario participa en
la fuerza salvífica del dolor de Cristo, uniendo su “fiat”, su “sí”, al de su
Hijo. (SS Benedicto XVI aud.gen 17 sept. 2006)
Un día, mientras comían juntos, Jesús les ordenó: “No salgan de
Jerusalén, esperen la promesa que les hice de parte del Padre. Ustedes recibirán
la fuerza del Espíritu Santo; Él vendrá sobre ustedes para que sean mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los extremos de la
tierra” (Hechos 1, 4-5; 1,8).
Después de La Ascensión de Jesús a los cielos, de vuelta a Jerusalén,
subieron a la estancia superior donde Vivian todos juntos….Todos ellos
perseveraban unánimemente en la oración, en compañía de algunas mujeres, y con
María, la Madre de Jesús, y sus hermanos.... (Hechos 1, 14)
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.
Y sucedió que, de repente, sobrevino del cielo un ruido como de viento
huracanado, que invadió toda la casa donde estaban. Se les aparecieron lenguas
como de fuego que se distribuían y se posaban sobre cada uno de ellos. Y todos
se llenaron del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según
el Espíritu Santo les impulsaba a expresarse. (Hechos 1, 1-4)
María estaba en medio de los Apóstoles, aún desvalidos y temerosos
debido a los acontecimientos vividos en la Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesús. Ella implora la pronta venida del Espíritu Santo, pues ya había
experimentado el maravilloso efecto de este don.
María os enseña a permanecer
siempre a la escucha del Señor en el silencio de la oración, a acoger con
disponibilidad generosa su palabra con el profundo deseo de entregaros vosotros
mismos a Dios, de entregarle vuestra vida concreta, para que su verbo eterno,
con la fuerza del Espíritu Santo, pueda “encarnarse” también hoy en nuestra
historia. María os ayudará a seguir a Jesús con fidelidad, a uniros a él en la
ofrenda del sacrificio, a llevar en el corazón la alegría de su Resurrección y
a vivir en constante docilidad al Espíritu de Pentecostés (SS Benedicto XVII 7
sept 2006)
“María Inmaculada, inmune al pecado, preservada de toda mancha de pecado
original, al fin de su vida en la tierra fue llevada en cuerpo y alma a la
gloria del Cielo” (Lumen Gentium 59).
Es un dogma que se formula así: “La Inmaculada Madre de Dios y siempre
Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y
alma a la gloria del cielo. “ (Constitución Munifenticimus Deus)
“Era preciso que Aquella que había hospedado en su seno al Verbo divino
fuese trasportada a la morada de su Hijo; del mismo modo que el Señor había
dicho que debía encontrarse en la casa de su Padre, era preciso que también la
Madre viviese en el palacio del Hijo,
en la casa del Señor y en los atrios de la casa de nuestro Dios.
“Era preciso que Aquella que en el parto había conservado la virginidad,
conservase el cuerpo incorrupto también después de la muerte”
(San Juan Damasceno).
María Inmaculada, asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial es ensalzada por Dios como Reina Universal, a
fin de que se asemeje más plenamente a su Hijo, Señor de los señores, vencedor
del pecado y de la muerte. (LG 59).
Pio XII, en su encíclica sobre la Realeza de María, exponía que el
pueblo cristiano, desde los primeros siglos de la Iglesia, ha elevado
suplicantes oraciones e himnos de loa y de piedad a la Reina del Cielo, tanto
en sus tiempos de felicidad y de alegría como en los de angustia y peligro; y
que nunca falló la esperanza en la Madre del Rey divino, Jesucristo, ni
languideció la fe que nos enseña que la Virgen María, Madre de Dios, reina en
todo el mundo con maternal corazón, y está coronada con la gloria de la realeza
en la bienaventuranza celestial.
Creemos que la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre de la Iglesia,
continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros
de Cristo”, es decir, creemos que la maternidad espiritual de María es
universal (Catecismo 975)
Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su
Hijo, a toda inspiración del Espíritu Santo, la Virgen es para la Iglesia
modelo de fe y de caridad. Su papel en relación con la Iglesia (Y con toda la
humanidad), va aún más lejos, pues ella, por su fe, esperanza y amor por todos
los hombres, por su ardiente anhelo de que alcancemos la salvación, colabora de
manera totalmente singular en la obra del Salvador. Por esta razón es nuestra
Madre en el orden de la gracia (catecismo 967, 968)
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
Entre tu linaje y el suyo;
él te herirá en la cabeza,
mientras tú le herirás en el talón. (Gn. 3, 15)
Este castigo que Dios impone a la serpiente incluye el enfrentamiento
permanente entre la mujer y el diablo, entre l humanidad y el mal, con la
promesa de la victoria por parte del hombre. Por eso se ha llamado a este
pasaje del AT el “Protoevangelio”: porque es el primer anuncio que recibe la
humanidad de la buena noticia del Mesías Redentor.
La victoria contra el diablo la llevará a cabo un descendiente de la
mujer, el Mesías. La Iglesia siempre ha entendido estos versículos en sentido
mesiánico, referidos a Jesucristo; y ha visto en la mujer, madre del salvador
prometido, a la Virgen María como nueva Eva. (Biblia Navarra)
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a
sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Está en cinta y grita
al sufrir los dolores del parto y los tormentos de dar a luz.
Apareció entonces otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, con siete
cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. La cola arrastro
una tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojo a la tierra. El dragón
se puso delante de la mujer, que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en
cuanto naciera. Y dio a luz un hijo varón, el que va a regir a todas las
naciones con cetro de hierro. Pero su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su
trono. Entonces la mujer huyo al desierto, donde tiene un lugar preparado por
Dios, para que allí la alimenten durante mil doscientos sesenta días. (Ap. 12,
1-6)
El texto sagrado del Apocalipsis deja abierto el camino para ver en la
mujer abiertamente a la Santísima virgen, cuya maternidad conllevaría el dolor
del Calvario y había sido profetizada como una señal en Is 7, 14 (Biblia
Navarra)
Dogmas Marianos:
La Maternidad Divina de María
La Inmaculada Concepción
La Perpetua Virginidad de María
La Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo













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