viernes, 16 de diciembre de 2016

CREDO II

Creo en Jesucristo, su único Hijo; Nuestro Señor

Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo Jesús, para que así recibiéramos la condición de hijos (gálatas 4, 4-5).
La venida del Hijo de Dios es preparada por los siglos por medio de acontecimientos y por medio de los profetas.
Juan Bautista, hijo de Zacarías y Santa Isabel, primo de Jesús, es el último y mayor de los profetas del Antigua Testamento, llamado el precursor por que iba delante del Señor preparando su camino y estaba lleno del Espíritu Santo.
El adviento nos prepara para la Navidad y nos prepara para su segunda venida.
La anunciación es el anuncio del Ángel a la Virgen María pidiéndole su aceptación para que el Salvador se encarnara en ella, y con su Sí da cumplimiento a la plenitud de los tiempos en que Dios salvaría a su pueblo.

El nombre de Jesús


En la Anunciación el Ángel Gabriel le da el nombre de Jesús, nombre que manifiesta su identidad y su misión.
Jesús: Dios salva
Cristo: Ungido Mesías
Hijo de Dios: su relación con su Padre

Los misterios de la vida de Cristo

En su vida todo es signo de su misterio, es reflejo y revelación del Padre, es misterio de Redención para restablecer al hombre caído y vino al mundo para nosotros, para perdonarnos y justificarnos e intercede a nuestro favor ante el Padre.





Misterio de la Encarnación

El misterio de la Encarnación nos habla de cómo Dios se hizo hombre, el Hijo de Dios asume nuestra naturaleza para salvarnos.
El Espíritu Santo hace este milagro en María.
La Virgen María concibe al Hijo de Dios con y por medio del poder del espíritu Santo.
El hijo de Dios se encarna para salvarnos, para reconciliarnos con Dios, mostrando un infinito amor; para ser nuestro modelo de santidad y para hacernos participar de su naturaleza divina.

Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre

Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre, se hizo verdaderamente Hombre sin dejar de ser verdadero Dios.
Es perfecto en la divinidad y perfecto en su humanidad, en todo semejante a nosotros menos en el pecado.
Jesucristo según su divinidad nació del Padre antes de todos los siglos.
Según la humanidad nació de la Virgen María, la Madre de Dios en el tiempo.




El misterio de la Navidad

Mientras estaban en Belén, le llego a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Aquí comienza la redención de los hombres, aquí comienza el Reino de Cristo, Reino de vida, Reino de Santidad, Reino de gracia, Reino de justicia, Reino de amor, Reino de paz...La Navidad es la fiesta de la Luz, en el Niño esplende el cielo, y despeja la nube de pecado.
Cristo ha derrotado el poder del mal.
Ángeles anuncian su llegada a unos sencillos pastores: “No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para ustedes y para todo el pueblo. Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 10-12).






El misterio de la infancia de Jesús

A los ocho días, cuando lo circuncidaron, le pusieron el nombre de Jesús, y como el ángel lo había llamado antes de su concepción. (Lc. 2- 21).
Este es signo de su pertenencia al pueblo hebreo, donde derrama sus primeras gotas de sangre, sello o signo físico de la alianza hecha por Dios a Abraham.


Adoración de los Reyes magos, epifanía

Los Magos desde oriente siguen una estrella que les anuncia la venida del Salvador...,
al llegar a la gruta de Belén encontraron al Niño Dios, se postraron ante Él, abrieron sus cofres y le presentaron sus regalos: oro, incienso y mirra. El oro que se ofrece a los reyes, el incienso, que se quema ante el altar de la divinidad, y la mirra, un bálsamo fragante que los antiguos tenían por muy precioso. Luego, avisados por Dios en sueños del peligro que significaba Herodes para el Niño, regresaron a su tierra por otro camino (Mt 2, 12).
Epifanía quiere decir manifestación o aparición, Jesús es manifestado como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo.
La epifanía manifiesta que la multitud de los pueblos entra en la familia de los patriarcas y celebra la universalidad de la Redención.



Presentación del Niño en el templo

María y José entran en el templo a cumplir el rito de la purificación y de presentación prescrito por la Ley de Moisés y consagrar al Niño Dios.
Movido por el Espíritu Santo, Simeón el anciano que estaba allí, lleno de piedad eleva una oración al cielo por el reconocimiento que hace en Jesús del Mesías Salvador y dirigiéndose a María le profetiza los sufrimientos que tendría Jesús y ella, Luego Ana otra profetiza comparte la alegría de la acción de gracias de Simeón.




Huida a Egipto

El rey Herodes supo que los Reyes Magos habían vuelto al oriente por otro camino sin darle noticias del Niño como esperaba, por lo que se sintió amenazado por este rey, pensaba que era un rey de este mundo, con ambiciones de poder y riquezas, por lo que para librarse de este Niño mando matar todos los niños menores de dos años que hubiera en Belén.

Misterios de la vida oculta de Jesús

La vida de Jesús en Nazaret fue una vida igual a la de los demás, trabajaba y obedecía según las costumbres de su pueblo, sometidos a la Ley de Dios. Jesús estaba sometido a sus padres y progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia de Dios y de los hombres.
La tradición de la iglesia nos narra que José era carpintero y trabajaba para mantener a su esposa María y a su Hijo Jesús.
Jesús y María fueron sus primeros educadores y Jesús en obediencia cumple perfecto con el cuarto mandamiento de la Ley de Dios.
Esta Sagrada Familia es el ejemplo a seguir para toda familia, la Iglesia considera el servicio a la familia como una de sus tareas esenciales.
La familia es sagrada como la vida humana es sagrada.




Jesús perdido y hallado en el templo

Con ocasión de la Pascua, Jesús de doce años sube al templo como cada año.
Decidió quedarse en el templo para recordar a sus padres que se debía a los asuntos de su Padre.
Sus Padres lo buscan por tres días con inmensa angustia y lo encuentran en el templo sentado entre los doctores de la Ley haciendo preguntas, escuchando y hablándoles.
Todos se admiraban de sus palabras, cuando lo encuentra María le pregunta:” Hijo porque nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado angustiados. Él les contesto ¿por qué me buscaban? ¿no sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?
Jesús muestra su intención de cumplir siempre y en toda la voluntad de su Padre.
María y José sin comprender acogen con fe esta respuesta y Jesús se vuelve con ellos y les está sujeto.






Los misterios de la vida pública de Jesús

La tradición de la Iglesia nos dice que cuando Jesús tenía treinta años dejo su vida sencilla de Nazaret para empezar su vida pública que duro aproximadamente tres años, donde recorrió su tierra anunciando el Reino de Dios, enseñando y sanando enfermos, haciendo milagros, preparando a los que serían sus discípulos e instituyendo su Iglesia.
En este período muestra su divinidad; Él es el Hijo de Dios que viene a salvarnos del pecado.









Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre

Obro y actuó como cualquier hombre de su tiempo, asume un cuerpo humano a través del cual Dios invisible se ha hecho visible.
El hijo de Dios asume un cuerpo dotado de un alma racional humana, con su inteligencia humana.
Jesús aprendió muchas cosas mediante la experiencia y también como Hijo de Dios tenía un conocimiento íntimo e inmediato de Dios su Padre.
Cristo siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, tiene una inteligencia y voluntad humana, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y voluntad divinas que tienen en común con el Padre y el Espíritu Santo.
La voluntad humana de Cristo sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad omnipotente.




Bautismo de Jesús

La vida pública de Jesús empieza cuando se hace bautizar por Juan el Bautista, en el río Jordán, quién es el último de los profetas del Antiguo Testamento. Juan es primo de Jesús, hijo de Santa Isabel y Zacarías, recibió el Espíritu Santo en el seno de su madre, se lo llama precursor porque va delante del Señor preparando un pueblo bien dispuesto, Juan bautizaba llamando a la conversión y el bautizado se comprometía a llevar una vida de penitencia. Así los preparaba para la venida del Mesías.
Sucedió que en una ocasión Juan bautizaba en el río cuando se le acerca Jesús pidiéndole lo bautizara.
Mientras Jesús recibía el bautismo y oraba, se abrió el cielo y bajó el Espíritu Santo sobre El en forma de paloma al tiempo que se oía una voz que venía de lo alto y decía “Tu eres mi Hijo el amado, el predilecto”. En el bautismo de Jesús están presente las tres personas de la Santísima Trinidad: el Padre en la voz del cielo, el Hijo Jesús, el Espíritu Santo en forma de paloma.
El bautismo de Jesús prefigura nuestro bautismo, por el que el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús.




Jesús en las bodas de Cana


Hubo una boda en Cana de Galilea, la madre de Jesús estaba invitada.
También lo estaban Jesús y sus discípulos. Se acercó María a Jesús y le dijo: “no tienen vino”. Jesús le respondió: ¿qué nos va a ti y a mí ?, aún no ha llegado mi hora.
A pesar de esto, María se dirigió a los criados y les dijo: “Hagan lo que Él les diga” (Jn. 2, 2-5).
En su respuesta Jesús parece negarle a María lo que pide: no ha llagado mi hora. Pero ella conoce a Jesús y actúa con confianza en El.
Jesús en este milagro se muestra como Dios y con ello ayuda a la fe de sus discípulos.





Tentación de Jesús en el desierto

Después de su bautismo y llevado por el Espíritu Santo, Jesús busca un tiempo de soledad en el desierto, va ahí a rezar y ayunar por cuarenta días y cuarenta noches.
Satanás tienta a Jesús tres veces para ponerlo a prueba le dice:
Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en pan. (Mt 4, 3)
Jesús le responde: “escrito está, no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mt 4, 4)
Luego el demonio lo traslada a lo alto del templo de Jerusalén y le dice: “si eres Hijo de Dios tírate abajo, porque está escrito: ordenará a sus ángeles que le lleven en brazos de modo que su pie no tropiece en piedra alguna (Mt 4, 5).
Jesús le contesta: También está escrito: “no tentaras al Señor tu Dios” (Mt. 4, 7).
Satanás llevó a Jesús a una montaña alta y le mostró todos los reinos de la tierra con su gloria, diciendo: “todo esto te daré si te postras y me adoras” (Mt. 4, 8-9).
Jesús le respondió: “pues escrito esta; adorarás al Señor tu Dios y sólo a El darás culto”. (Mt. 4. 10).
Entonces el demonio se alejó de Él y los ángeles le sirvieron (Mt. 4, 11).
Con esto Jesús nos enseña a vencer las tentaciones, quiso hacerse igual en todo a nosotros, menos en el pecado.




La elección de los doce Apóstoles

Jesús elige a doce apóstoles, futuros testigos de su Resurrección, haciéndolos participes de su misión de su autoridad para enseñar, perdonar los pecados, edificar y gobernar la iglesia.
Estos son: Simón Pedro, Andrés, Santiago, juan, Felipe, Bartolomé, Santiago el menor, Judas Tadeo, Simón, Mateo Tomás, Judas Iscariote el traidor.

El anuncio del Reino

Este Reino de los cielos ha sido inaugurado en la tierra por Cristo. Se manifiesta en las palabras, obras y presencia de Cristo.
La Iglesia es su germen y comienzo, a quién dio la plenitud de los bienes y medios de salvación. El espíritu Santo mora en ella, la vivifica con sus dones y carismas, la santifica, la guía y renueva sin cesar.
Par entrar en el Reino hay que acoger la palabra de Jesús, acogerla con un corazón humilde.
Jesús invita a la conversión a los pecadores mostrando con palabras y hechos la misericordia sin límites del Padre con un solo pecador arrepentido.



Sermón de la montaña

Jesús habiendo elegido a sus Apóstoles subió a un monte donde lo siguieron multitudes, ahí, en el sermón que se conoce como el Sermón de la Montaña les enseña las Bienaventuranzas, son el sendero hacia la felicidad eterna, sonando contradictorias muestran bendiciones y recompensas aún en las contradicciones.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. (Mt. 5, 3-12)

Milagros y Prodigios de Jesús, signos de su divinidad
Jesús hizo numerosos milagros, prodigios y signos para testimoniar: su divinidad, que ha sido enviado por el Padre, para ayudarnos en nuestra fe, y testimoniar que es Hijo de Dios.
A pesar de estos milagros Jesús hace ver que El vino a salvar del pecado y sus consecuencias que son causa de los verdaderos males, no a terminar con los males de la tierra.
Alguno de sus milagros: Multiplica los panes, cura un leproso, resucita a Lázaro y a
otros, cura a un poseso, cambia el agua en vino...y muchos más.




Jesús con los niños

Yo les aseguro, si no se hacen como estos niños no entrarán en el Reino de los Cielos. (Mt.  18, 2)
Dejen que los niños vengan a mi les dice a los Apóstoles cuando ellos intentan apartarlos de Jesús.
“El que recibe a un niño como éste, a mí me recibe” (Mt. 18. 15).
“Al que escandalice a unos de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera colgarse al cuello una piedra de molino de asno y hundirse en el fondo del mar” (Mt 18, 6)
Son claras las palabras de Jesús respecto de los niños, el cariño que les tiene se deja ver en la invitación a toda persona a hacerse como niño para alcanzar el Reino de los Cielos y en su identificación con ellos al decir que se lo recibe a Él cuándo se recibe a un niño.





La Transfiguración del Señor

Sus Apóstoles no entendían lo que les iba enseñando respecto de sus padecimientos próximos y su muerte y Resurrección al tercer día, a pesar de los milagros con que había demostrado su divinidad y para prepararlos para esto se manifiesta ante ellos con su Transfiguración donde luce con esplendor la Trinidad: El Padre en la voz, el Hijo en el hombre y el Espíritu Santo en la nube luminosa.
Jesús les muestra toda su grandeza y gloria divina con su resplandor mientras Dios Padre da fe de El ante sus Apóstoles, es como un anticipo del cielo, de su Resurrección y de su segunda venida gloriosa:

Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a un monte a orar. Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y su vestidura se volvió de un blanco resplandeciente. En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías, que resplandecían de gloria, hablaban del éxodo que Jesús iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados con sueño, se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos que estaban con él. Cuando estos se retiraban, Pedro dijo a Jesús “Maestro, qué bien estamos aquí, hagamos tres tiendas: una para ti, una para Moisés, otra para Elías”. Pedro no sabía lo que decía. Mientras estaba hablando, vino una nube y los cubrió; y se asustaron al entrar en la nube. De la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo elegido, escúchenlo”. Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie lo que habían visto (Lc 9, 28-36).





Entrada de Jesús a Jerusalén

Multitud de personas lo aclaman a la entrada de Jerusalén, “Hosanna el Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mt 21, 9).
Agitando ramas de olivo y extendiendo sus mantos para alfombrar su camino lo aclamaban como Mesías y Rey de Israel.
Jesús consiente de que era una aclamación superficial dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me dan culto, pues las doctrinas que enseñan son preceptos humanos” (Mc 7, 6-7)
Jesús por cumplir con la voluntad de su Padre sube voluntariamente a Jerusalén para sufrir su Pasión, Muerte y Resucitar.
Se celebra el Domingo de Ramos.


La Última Cena

Jesús en la Última Cena instituye la Eucaristía, anticipando así la ofrenda libre de su vida al Padre para salvación de todos los hombres:
Mientras comían, Jesús tomó un trozo de pan y lo bendijo diciendo: “Coman todos de él, porque éste es mi cuerpo que será entregado por ustedes”.
Luego tomando un cáliz, lo bendijo diciendo: “Beban todos de este vino, porque este es cáliz de mi sangre, que será derramado por todos los hombres para el perdón de los pecados, haced esto en memoria mía” (Mt 26, 28).
Jesús les manda perpetuarla en memoria de Él.
En la Eucaristía Él se queda con nosotros para siempre, quién participa de la misa participa en el memorial de su Muerte y Resurrección.
Quién come el Pan y el Vino consagrado a Jesús recibe.



Agonía de Jesús en el huerto de los Olivos

Aquí empiezan sus sufrimientos, asumiendo la voluntad del Padre: sus discípulos se duermen. Él mirando el mal del pecado que ha de llevar y la pesada carga que se le avecina acepta su muerte como redentora para llevar nuestros pecados en su Cuerpo sobre la Cruz.
Jesús les dice; “Mi alma está triste hasta la muerte: quédense aquí y velen conmigo. Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro y oraba diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya. Mientras Jesús rezaba, los tres apóstoles fueron vencidos por el sueño”. (Mt 26, 39)
Además, Judas el traidor, con un beso lo entrega y lo vende por treinta monedas de plata.





Padeció bajo el poder de Poncio Pilato

Jesús es llevado ante el sanedrín acusado injustamente y juzgado y condenado en el tribunal romano por motivos políticos y se le acusaba de blasfemo, de falso profeta y crímenes religiosos que se castigaba con la pena de muerte.


La flagelación de Jesús

Pilato ordena que Jesús sea azotado, flagelado:
Con una burla los soldados la ponen una corona de espinas, lo escupen, abofetean. Jesús no se queja.
En él se cumple la profecía de Isaías” como cordero fue llevado al matadero”
“He ahí al Hombre”.






Condenan a Jesús a muerte

“Llevaron a Jesús con su cruz a cuesta a un lugar llamado Calavera (Calvario), que en hebreo se dice Gólgota. Cuando llegaron al Calvario, Jesús fue tendido en la cruz y clavado a ella en las manos y los pies. Cuando llegaron al lugar, lo crucificaron a él y a los malhechores, uno a su derecha otro a su izquierda” (Lc 23, 33)
Jesús ruega por ellos al Padre:” Padre mío, ¡perdónalos porque no saben lo que hacen! (Lc 23, 33-34).
Uno de los malhechores le dice: “Jesús acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”.
Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 42-43).
Jesús le dice a su madre: “Mujer ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre” (Jn 19, 26-27).
Jesús exclama en alta voz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46)
Jesús dice: “tengo sed” (Jon 19, 28)
Jesús dice: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”” (Lc 23, 44)
Todas estas, palabras de Jesús en la cruz antes de morir.



Muerte de Jesús

Muere Jesús y con una lanza atraviesan su costado de donde mana sangre y agua, La Iglesia y Los Sacramentos como dice san Juan.
La muerte de Jesús es el Sacrificio único y definitivo que lleva a cabo la redención para siempre y que devuelve al hombre la comunión con Dios reconciliándolo con Él por la “Sangre derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26, 28).
Anunciada en el Antiguo Testamento su muerte tuvo lugar como había sido profetizada en las Escrituras.
Se conmemora cada Viernes Santo y en cada Misa.

Jesús muere por todos los hombres

Su muerte tuvo lugar tal como había sido profetizada en las Sagradas Escrituras, como sacrificio del siervo doliente, su sufrimiento y muerte manifiestan como su humanidad fue instrumento libre y perfecto del cual se valió el Amor de Dios para salvarnos.
El muere por nuestros pecados, en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo; su muerte nos devuelve la comunión con Dios, en un sacrificio que sobrepasa a cualquier sacrificio, es una ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que libremente ofrece su vida para reparar nuestros pecados.
Jesús nos ofrece a todos la posibilidad de asociarnos a su misterio pascual invitándonos a tomar la cruz y seguirlo, uniéndonos a sus padecimientos para purificarnos y crecer en las virtudes.







Jesús fue sepultado

La muerte de Cristo fue verdadera muerte, puso fin a su existencia humana, pero de la unión que la Persona del Hijo conservó con su cuerpo, sucedió que este no se convirtió en un despojo mortal como el de los demás, porque no es posible que la muerte lo dominara y por eso la virtud de Dios preservo de la corrupción a su cuerpo.




Descendió a los Infiernos

“Infiernos” que significa que estaban privados de la visión de Dios, Justos, injustos, distinto del infierno de los condenados.
Las almas santas que esperaban en el seno de Abraham son las que Cristo libero cuando descendió a los Infiernos abriendo con ello las puertas del Cielo.
En adelante Cristo resucitado tiene las llaves de la muerte y del infierno y al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos.



Al tercer día Resucitó de entre los muertos

No hubo testigos de esto, lo sabemos por el encuentro de Jesús con los Apóstoles.
En su Resurrección actúan las tres Personas Divinas, juntas a la vez.
Esta Resurrección es atestiguada por las mujeres, luego se aparece a Pedro, luego a los doce, y más tarde a quinientos...y a otros más.
Los Apóstoles como sus testigos son la piedra en que se funda la Iglesia, se les aparece para instituir los sacramentos y dejar todo preparado antes de su partida definitiva. Él encarga a sus apóstoles continuar su misión. Los prepara para enseñar, gobernar y santificar con asistencia del Espíritu Santo.
La Resurrección de Cristo no es un retorno a la vida terrena. Su cuerpo resucitado es el mismo que fue crucificado, lleva las huellas de la Pasión, pero ahora participa de la vida divina, con las propiedades de un cuerpo glorioso.
Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra predicación y nuestra fe. (1cor 15, 14)




Subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso


Jesús resucitado permanece con los Apóstoles cuarenta días completando la formación de ellos y les hace una promesa y nos deja una misión: La promesa del Espíritu Santo y la misión universal de evangelizar y bautizar. (Lc 24, 50)
La ascensión de Jesús es su Glorificación, Triunfo y Exaltación, Él nos precede en el Reino glorioso de Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día con El eternamente.


Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos


Cristo permanece en la tierra en su Iglesia, la que es el comienzo del Reino de Cristo en la tierra.
El día del juicio, en el fin del mundo, Cristo vendrá en gloria y majestad para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal.
Juzgará a los vivos y a los muertos con el poder que ha obtenido como Redentor del mundo.
Serán develados los secretos del corazón y la conducta de cada uno con Dios y con el prójimo.
Todo hombre será colmado de vida o condenado para la eternidad según sus obras.



Creo en el Espíritu Santo

Es el nombre de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
El término espíritu viene de espíritus que significa soplo, aliento, aire, lo que su nombre expresa es impulso dinámico, comparable al impulso del viento.
Sus símbolos son: El agua (brota del costado de Cristo), la unción, el fuego, la nube y luz, el sello, la mano, la paloma, el viento.
El Espíritu Santo es entendido en la Escrituras como el poder creador de toda vida. Todo lo vivifica, conserva y dirige hacia su salvación final.
Jesucristo revela el Espíritu y comunica a la Iglesia naciente al exhalar su aliento sobre los Apóstoles después de la Resurrección.
Después de la Ascensión de Jesús a los Cielos y antes de Pentecostés, los Apóstoles se reunieron con María, la Madre de Jesús y algunas mujeres y hombres: ciento veinte en total, en el cenáculo de Jerusalén, allí permanecieron rezando en espera del cumplimiento de la promesa de Jesús, quién les había anunciado que cuando estuviera junto al Padre les enviaría al Espíritu Santo. Se manifiesta en forma de lenguas de fuego.
Dios en su vida íntima, es amor. El Espíritu Santo es el Amor Personal del Padre y del Hijo.
El Amor es el primer don de Dios, que contiene todos los demás dones, se nos derrama por el Espíritu Santo en el Bautismo.
La fuente, el manantial del amor de Dios es el Espíritu Santo.  La comunión con el Espíritu Santo nos da a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado. Nos da la vida misma de la Trinidad, nos quita el pecado original.
La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, la que ha sido creada para anunciar y dar testimonio de Cristo, para actualizar y extender el misterio de la comunión de la Santísima trinidad y lo hace por medio de los Sacramentos.
Siete son sus dones con los que da energía e impulsa al hombre a seguir a Cristo:
Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Fortaleza, Piedad, Temor de Dios que perfeccionan las virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad y las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza, templanza.
Los frutos que nos regala son: Caridad, alegría, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad.













Creo en la Santa Iglesia Católica

La palabra iglesia significa convocación, expresa el llamado que Dios ha hecho a todos los hombres en su Hijo Jesús para formar la convocación santa de un pueblo que peregrina hacia el encuentro definitivo con Dios en la gloria del Cielo.
Cristo es cabeza de este pueblo que Dios convoca desde todos los confines de la tierra para construir la asamblea de todos aquellos que han sido hechos hijos de Dios por la fe y el Bautismo. Cristo da inicio a la Iglesia predicando el Reino, ésta fue fundada por las palabras y las acciones de Jesucristo.
Con el envío del Espíritu Santo en Pentecostés, la Iglesia manifestó públicamente ante la multitud y así fue como se inició la difusión del Evangelio entre los pueblos mediante la predicación.
La iglesia es por su naturaleza misionera, misión que recibe de Cristo de anunciar y establecer su Reino en todos los pueblos y hacer de ellos discípulos suyos.
La Iglesia es el germen y el inicio del Reino de Dios en la tierra.
La Iglesia es el misterio de la unión de los hombres con Dios, en ella Cristo realiza y revela su misión redentora.
Según el designio de Dios, Cristo nos salva y se manifiesta y se manifiesta y actúa en los sacramentos de la Iglesia que son: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Reconciliación, Unción de los Enfermos, Matrimonio y Orden Sacerdotal.
Los Sacramentos son los signos y los instrumentos mediante los cuales el Espíritu Santo distribuye la gracia de Cristo.
La Iglesia, cuerpo de Cristo, esposa de Cristo, Templo del Espíritu Santo, es Una, Santa, católica y Apostólica; cuatro atributos inseparablemente unidos entre sí, indican los rasgos esenciales de la Iglesia y su misión. Cristo es quién por el Espíritu Santo, da a la iglesia estos atributos.
La Iglesia es madre y educadora por lo que ha instituido cinco mandamientos:
Oír misa entera los domingos y fiestas de guardar
Confesar los pecados mortales al menos una vez al año
Recibir el sacramento de la Eucaristía al menos en Pascua
Ayunar los días establecidos por la Iglesia
Ayudar en las necesidades de la Iglesia
María es Madre de la iglesia, proclamada así en 1964 por el Papa Pablo VI, Madre de todo el pueblo de Dios.
Es Madre de la iglesia en orden de la gracia porque ha dado a luz a Jesús, el Hijo de Dios, cabeza de la Iglesia.
Cristo en la cruz la da como Madre a Juan con estas palabras “He ahí a tu madre” (Jn 19, 27).
Después de la Ascensión, María ayuda a la Iglesia con sus oraciones y aún continúa haciéndolo y podemos invocarla como abogada, auxiliadora, socorro y mediadora.
La Iglesia ha sido instituida por Cristo con una jerarquía y una autoridad:
Obispos
Presbíteros
Diáconos
El Colegio de los Obispos, en comunión con el Papa y nunca sin él, ejerce potestad suprema y plena sobre la Iglesia.
El Papa es el vicario o representante de Cristo en la tierra, cabeza del Colegio de los Obispos y pastor de toda la Iglesia. Tiene por institución divina, la potestad plena, suprema, inmediata y universal de ella.
Reside en Roma, Italia en Ciudad del Vaticano.





Creo en la comunión de los Santos

Comunión significa común unión, es en referencia a la unión intima en Cristo que hay entre los bautizados; indica la común participación de los miembros de la Iglesia en las cosas santas: Los Sacramentos, los Carismas, La Fe y otros bienes espirituales e indica la comunión entre las personas santas, entre quien están unidos por la gracia a Cristo muerto y Resucitado.
Iglesia peregrina: Tierra
Iglesia Purgante: Purgatorio
Iglesia Triunfante. Cielo
En unión a Cristo en la Santa Misa la Iglesia Triunfante intercede por la Iglesia peregrina.
Veneramos a los santos como nuestros modelos y la comunión con ellos nos une a Cristo del que mana toda la gracia.
Oramos también por la Iglesia en purificación para que pueda liberarse pronto de toda mancha o presencia de pecado para su encuentro con Dios.
Quienes están en esta situación se encuentran unidos a los bienaventurados del cielo y a nosotros que caminamos a la casa del Padre.




Creo en el perdón de los pecados

Después de la Resurrección, Jesús se aparece a sus Apóstoles y les dice: Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengan, les quedan retenidos. (Jn 20, 22-23)
El Bautismo nos hace aptos para recibir el perdón de los pecados ya que nos une a Cristo muero y Resucitado por nosotros y nos da el Espíritu Santo.
Por voluntad de Cristo la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados cometidos después de haber recibido el Bautismo. Lo hace en el Sacramento de la Penitencia o Reconciliación por medio de los obispos o sacerdotes.
Siempre que el arrepentimiento sea sincero no existe ningún pecado que la Iglesia no pueda perdonar; excepto el pecado contra el Espíritu Santo que es cerrarse a la gracia, al perdón y a la Misericordia.
Cristo es el que perdona en el Sacramento de la Penitencia por medio del sacerdote en la Iglesia.

Creo en la Resurrección de la carne

Carne designa al hombre en su condición de debilidad y mortalidad, resurrección de la carne significa que el alma y cuerpo al y el cuerpo algún día volverán a juntarse.
Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá. (Jn.11,25)
Como Cristo resucito y vive para siempre, así de igual manera los justos resucitarán y vivirán con Cristo resucitado para siempre por obra de la Santísima Trinidad.
Del modo en que Cristo resucito el hombre resucitará con un cuerpo transfigurado de gloria.
La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos.
Resucitaremos el último día, al fin del mundo, la resurrección de los muertos esta íntimamente ligada a la Parusía o segunda venida de Cristo.






La muerte

La muerte del cuerpo es el final de la vida terrena, se separa el alma del cuerpo, el alma va al encuentro del juicio de Dios y el cuerpo cae en la corrupción hasta que se junten nuevamente en el día del juicio final.
Tenemos solo un tiempo para alcanzar la vida eterna, lo que da urgencia a nuestra vida y nuestros actos.
La muerte es la consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir la muerte corporal, de la que se habría librado, sino hubiese pecado. Por lo tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios creador.
Jesús sufrió la muerte libremente asumiendo la voluntad del Padre y esta obediencia transformo la maldición de la muerte en una bendición. Por su muerte Cristo venció la muerte, abriendo así a todos los hombres la posibilidad de salvación.
La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de la muerte, pedirle a María y San José patrono de la buena muerte.
En la muerte Dios llama al hombre hacia sí.
Morir en Cristo Jesús significa morir en gracia de Dios, sin pecado mortal. Así siguiendo el ejemplo de Cristo, puede transformar la propia muerte en un acto de obediencia y de amor al Padre.

Creo en la vida eterna

¿Qué es?

Es la vida que comienza inmediatamente después de la muerte, no tiene fin, es precedida para cada uno por un juicio particular por parte de Cristo, Juez de vivos y muertos y será ratificada en el juicio final.
El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús, ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna.
Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras del perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez en una unción fortificante y le da a Cristo en el viatico como alimento para el viaje.






El juicio particular

Con la muerte se pone fin a la vida del hombre como tiempo para hacer méritos. El Nuevo Testamento asegura una retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras.
Al morir cada hombre recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular por Cristo, Juez de vivos y muertos. En este juicio particular Dios pone al desnudo nuestra vida y establece el premio o castigo divino en relación con su fe y obras, lo que consiste en acceso a la felicidad del cielo inmediatamente o después de una adecuada purificación (purgatorio) o bien a la condenación eterna del infierno.
En el sacramento de la penitencia, el pecador anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido en el fin de la vida terrena.





El Cielo

Todos los que mueren en la gracia de Dios y no necesitan purificación son reunidos junto a Jesús, María, los Ángeles y los Santos en la Iglesia del cielo, contemplan a Dios cara a cara en una eterna “visión beatifica”.
Por su Muerte y Resurrección Jesús nos ha abierto el cielo, donde los bienaventurados cumplirán eternamente la voluntad de Dios. Ya reinan con Cristo, con El, ellos reinarán por siempre.
Del cielo se dice “ni ojo vio, ni oído oyó, ni la mente humana puede jamás soñar lo que Dios tiene preparado para los que lo aman” (1 Cor 2, 9).
En el purgatorio se purifican de forma transitoria quienes, habiendo muerto en gracia de Dios, necesitan llegar a la santidad necesaria para entrar al cielo. (Podemos ayudar a estas almas ofreciendo por ellos oraciones y misas las indulgencias y obras de bien en favor de los difuntos).




El infierno

La enseñanza del infierno afirma la existencia del infierno y su eternidad.
Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno” el fuego eterno”. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios.
En el Evangelio se habla mucho del infierno reservado a los que hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse (Mt 5 22,29; Mt 9 43,48).
Se llega a él producto de una aversión voluntaria a Dios (pecado mortal), persistiendo en él hasta el final, no acoger el amor misericordioso de Dios es permanecer separados de El para siempre, por nuestra propia y libre elección accedemos a los infiernos.





Juicio Final

Sucederá cuando Cristo vuelva glorioso.
Solo el Padre conoce el día y la hora en que tendrá lugar, solo El decidirá su advenimiento. Entonces El pronunciará por medio de su Hijo Jesucristo su palabra definitiva sobre la historia. El Juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa sobre todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte.
El mensaje del juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía el tiempo favorable, el tiempo de salvación (CEC 1040-1041).
Sucederá el fin del mundo inaugurando los nuevos cielos y la nueva tierra alcanzando la plenitud del Reino de Dios, la realización definitiva del designio salvífico de Dios de “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en la tierra. Dios será entonces “todo en todos “en la vida eterna.

Amén



Amén es nuestro sí confiado y total a cuanto confesamos creer, uniéndonos al amén de Jesús quién es el mismo “Amén”.

1 comentario:

  1. Felicitaciones Paula por el gran trabajo y dedicacion mil gracias. Me encanto.

    ResponderEliminar